martes, 26 de julio de 2011

La burbuja de la medianoche en París.

Hoy me reencontré con Paris. La cita era para pasear tras pasar la media noche. Llegué antes. Culpo al deseo insaciable de volver a visitar una ciudad tan única; una ciudad que desde que recuerdo es mi favorita y que de sólo mencionarla, la inspiración brota.

Es que París es así. Es arte en un suspiro, en un camino, en un peldaño. Es el romance de una mirada y el misterio de cada paso. París me emociona y me sorprende. Así lo hizo nuevamente en nuestra reunión. Iluminó mis ojos en menos de diez segundos. Revivió mi corazón de recuerdos y nostalgia en mucho menos de ese lapso mencionado.

Extraordinaria como siempre, me regaló aún más. Porque ella es así. Siempre con una vía alternativa que desconoces y que ella te lleva a descubrir. Hoy, me regaló un sueño para hacer realidad.

Me presentó la oportunidad de dialogar con ídolos de cualquier escritor o mejor dicho, de cualesquiera manos que mantienen el ideal de crear prosa que exclamen los más sinceros sentimientos. Y fue así, que disfruté de un particular coloquio entre Hemingway, Dalí, Picasso y un par muy impar de apellido Fitzgerald.

En mi encuentro de esta noche con París, reafirmé porque su suelo es un velo eterno de inspiración. París me hace feliz. Me hace querer más; Aún más relevante, París es un ente que me demuestra que ese “más” desciende de una utopia... que mantiene todo lo necesario para ser realidad. Es mi ingrediente mágico.

Hoy aprendí tantas cosas y recordé tantas otras más.

No quiero ser egoista. No en París. Por eso te invito a que camines con ella y en ella. Cada esquina tiene una historia. Quién sabe. Puede ser que seas la musa de Degas o el elemento dulce que desborda del Sena. Quién sabe; Puede ser que bailes al ritmo único de Cole Porter. Quién sabe.

Puede ser que te enamores de París y camines bajo la lluvia sin importar nada más que ese encuentro mágico entre París y tú.

Il jouit,


Bienvenido a mi burbuja ¿Traes contigo una aguja?