De acuerdo al orden cronológico de los hechos, las masas iniciaron una tendencia de indagación sobre la personalidad de James Lovelock al momento en que el calendario presentaba al año 1965 como el período en rigor.
Valiéndose de manera formal al título de doctor en medicina, el cual obtuvo en el 1948 a través del Colegio de Londres de Higiene y Medicina Tropical, Lovelock fue invitado por la Agencia Estadounidense del Espacio y la Aeronáutica (NASA) a trabajar en el Jet Propulsion Laboratory de California, Estados Unidos - en un proyecto investigativo sobre la supervivencia a los alrededores del sistema solar.
Su finalidad como experto en el designio, correspondía en asesorar a los integrantes que en conjunto examinaban métodos que permitieran detectar posibilidades de vida en los planetas, principalmente en Marte, el cuarto planeta de la galaxia considerado el más parecido al nuestro, La Tierra, el único – hasta el momento – comprobablemente lícito de vida en el universo.
Como resultado del experimento y en contraste al resto del listado planetario estudiado, el ambientalista Lovelock percibió en las condiciones de La Tierra, rasgos específicos que le forjaron a erigir el diagnóstico que inició lo que hoy se consuma como la Teoría de Gaia, presunción apelada en honor al origen etimológico del calificativo tierra y con inspiración especifica a la diosa griega Gea (Gaya) que personifica la tierra.
El Portal de Filosofía, espacio cibernético de informaciones ibérico, expone lo siguiente en relación al tema:
"La inspiración original de James Lovelock para la teoría Gaia se originó de su trabajo para la NASA en el proyecto Viking, en el cual se envió una sonda a Marte para investigar, entre otras cosas, la posibilidad de la existencia de vida en dicho planeta.
El problema con el cual se enfrentó Lovelock fue cómo alguien podía determinar la presencia de vida en un planeta. Sus colegas habían creado elaboradas pruebas químicas para detectar la presencia de aminoácidos, los cuales forman los bloques constructores de vida en la Tierra.
Para Lovelock este enfoque era inadecuado por numerosas razones entre las cuales estaba el hecho de que pruebas similares podían realizarse en varios lugares remotos de la tierra, arrojando la conclusión de que no existía vida en el planeta. Otra razón fue la perspectiva geocéntrica de que los bloques constructores de vida en otro planeta, los cuales posiblemente tendrían que evolucionar por millones de años, fueran los mismos que se encontraban en la Tierra.
Lovelock argumentó que si realmente existiera alguna forma de vida en Marte, ésta sería fácilmente detectada desde su atmósfera, puesto que ésta es la parte menos compleja y más accesible de un planeta al realizar un estudio a distancia.
El análisis realizado en Marte con la ayuda de un telescopio especial de espectro reveló que la atmósfera marciana se encontraba virtualmente un estado de equilibrio, y estaba constituida en su totalidad de dióxido de carbono.
Tomando este razonamiento desde otra perspectiva Lovelock formuló eventualmente dos preguntas: ¿Cómo podría alguien afirmar que existía vida en la Tierra si esta persona se encontrara en Marte?, y ¿Qué es exactamente la "vida"? "
En los años posteriores, el meteorólogo dedicó su tiempo a indagar el comportamiento curiosamente ‘automático’ del quinto planeta,- propósito que finalmente enuncia ante el mundo en el 1979.
Con la participación colega de la bióloga Lynn Margulis en el experimento, James Lovelock expuso las características de la conjetura las cuales postulan que la forma en la que se sobrelleva el medio ambiente de la Tierra posibilita que la misma resulte considerarse una especie de entidad viviente.
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De acuerdo a mi percepción, la teoría Gaia se fundamenta en que el planeta Tierra se preside de un régimen en continuo movimiento a través del cual se defiende y se protege para así, poder mantenerse estable con y en su ciclo.
El planteamiento es confuso. Requiere profundidad, objetividad, entendimientos amplios sobre los conceptos de la ciencia especializada y sobretodo, visualización.
Por momentos, si se ubica a nuestro planeta como la entidad mecánica independiente, me es difícil dejar de imaginar una versión fantástica de la esfera geoide que le identifica, circulando por la galaxia con brazos, piernas y actitud, verificando que en su interior sus componentes respeten las normas pautadas por su gobierno.
Sin duda, una manera infantil de relacionar unos de los principios más transcendentales que caracterizan a la ciencia moderna, al cual – esclarezco – respeto y considero importante en la historia del universo.
No obstante y como antepuesto indiqué, son ideas que dentro de los estándares científicos, pertenecen a un tiempo actual; Lo que significa que aún están vigente y con oportunidad en el proceso de ser verificados, incluso de que se estudie más.
Tomando en cuenta la hipótesis establecida por el mentor Lovelock o no, la mayoría de la población mundial está al tanto de la progresiva acción degenerativa que el ambiente natural día a día advierte; Factor que de forma directa se conecta con las argumentaciones de la teoría auto regulatoria, lógica que hace reflexionar en la posibilidad de esa vida con inteligencia superior.
Indudablemente, una temática de la cual se puede filosofar intensamente si los prejuicios del ser humano lo permiten. En mi caso, lo resumo con otro de los términos genuinos de la naturaleza: adaptación. Puede ser tanto la denominada social como simplemente su definición general de la acción en la que el objeto se acomoda de acuerdo a las circunstancias del entorno.
En cuanto a quienes deben ser los adaptados, mantengo mi esperanza de que se llegue un pacto justo entre la Tierra y sus habitantes para que así, individualmente y en conjunto, se logre un estado puro que no implique ejecutar decisiones extremistas que damnifiquen al hábitat.
Si la presente teoría Gaia puede ser utilizada para advertir a los hombres sobre el cuidado del ambiente, con mis ojos cerrado, la apoyo. En conclusión, lo importante es buscar el lado benefactor de cada situación.
Esa es mi deliberación.
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