Un derecho inigualable (e improrrogable).
Una belleza en que las palabras no alcanzan, porque son de esas, que salen desde el alma.
Esos somos NOSOTRAS.
Las que llaman Doncellas, Esclavas, Señoras, Jamonas; MADRES, Hijas, Hermanas… amor.
Las que llaman Doctoras, Abogadas, Políticas, Policías, Periodistas, Astronautas, Ingenieras, Profesoras y mucho más.
Mujeres… las luchadoras, optimistas, ejemplares, líderes, talentosas, hermosas, triunfadoras y especiales.
Hoy puede ser que se elogie de manera “especial” a la mujer… pero NOSOTRAS - el conjunto del género F - es siempre especial sencillamente por existir y encargarse de que el ciclo al que llamamos vida siga existiendo para todos los seres vivos.
De una integrante que le honra ser parte del clan,
¡FELICIDADES A TODAS LAS GIRLAS!
" Han existido mujeres serenas de ojos claros, infinitas
y silenciosas como esa llanura
que atraviesa un río de agua pura.
Han existido mujeres con visos de oro,
rivales del estío y del fuego,
semejantes a trigales lascivos
que no hieren la hoz con sus dientes
pero arden por dentro con fuego sideral
ante el cielo despojado.
Han existido mujeres tan leves
que una sola palabra, una sola,
las convirtió en esclavas.
Y existieron otras,
de manos rojizas,
que al tocar una frente suavemente
disiparon ideas terribles.
Y otras cuyas manos exangües
y elásticas, con giros lentos
aparentaban insinuarse creando
una urdimbre rara y fina
en que las venas simulaban
hilos de vibración ultramarina.
Mujeres pálidas, marchitas,
devastadas, ardidas en el fuego amoroso
hasta lo más profundo de sí mismas,
consumido el rostro ardiente,
con la nariz agitada por el impulso
de inquietas aletas,
con los labios abiertos
como yendo hacia las palabras pronunciadas,
con los párpados lívidos
como las corolas de las violetas.
Y todavía han existido otras y,
maravillosamente, yo las he conocido. "
y silenciosas como esa llanura
que atraviesa un río de agua pura.
Han existido mujeres con visos de oro,
rivales del estío y del fuego,
semejantes a trigales lascivos
que no hieren la hoz con sus dientes
pero arden por dentro con fuego sideral
ante el cielo despojado.
Han existido mujeres tan leves
que una sola palabra, una sola,
las convirtió en esclavas.
Y existieron otras,
de manos rojizas,
que al tocar una frente suavemente
disiparon ideas terribles.
Y otras cuyas manos exangües
y elásticas, con giros lentos
aparentaban insinuarse creando
una urdimbre rara y fina
en que las venas simulaban
hilos de vibración ultramarina.
Mujeres pálidas, marchitas,
devastadas, ardidas en el fuego amoroso
hasta lo más profundo de sí mismas,
consumido el rostro ardiente,
con la nariz agitada por el impulso
de inquietas aletas,
con los labios abiertos
como yendo hacia las palabras pronunciadas,
con los párpados lívidos
como las corolas de las violetas.
Y todavía han existido otras y,
maravillosamente, yo las he conocido. "
Gabriele D'Annunzio
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