Mi oda a quien siempre me alzó a ser mi mejor versión. A la que a pesar de que la despedí en la tierra hace más 3 años, la lloro, quiero y extraño por el resto de mi camino.
Que siempre te sienta y nos queramos en presente.
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Te tuve que decir adiós, Cucuti. Expresarlo al resto significaba hacerlo más real y todos estos días una parte de mi se ha negado aceptar mi vida sin tenerte. Por eso la demora de dejarte unas palabras. Porque duele mucho que sean para despedirte.
En medio de la tristeza, también veo alegría y un agradecimiento inmenso. Quien personificó el significado de abuela por excelencia, tengo la dicha de ser su nieta. Pero Cucuti fue más que eso para mí. Estuvo conmigo desde que llegué a la vida. Mientras mami estaba en recuperación, abuela me sostuvo en sus brazos toda la noche en la que nací. Desde ese momento siempre fue un ancla de mi camino en la cual podía apoyarme.
Fue mi amiga y compañera. Mi comprensión. Con quien podía ir tomar un helado, compartir un almuerzo, disfrutar el cine, ir al teatro o irnos de compra. Todo esto en cualquier etapa de nuestras vidas, ya sea cuando fui niña o como adulta. Me enseñó a patinar y a montar bicicleta. Quien me llevaba y buscaba a mis clases de flamenco. Mientras crecía, me ayudaba a practicar mi ortografía en inglés, español y hasta francés.
Gran responsable de mi amor a Dios y ejemplo de fe. Me decía que, en los momentos de ofusque, siempre buscara la alabanza. Casi 36 años después, y esta pericia sigue siendo una luz en momentos de angustias… sobre todo en estos últimos días.
Y es que eso es lo mucho que me regalaste, abuela. Que tú sigues conmigo en cada gracias Omnipotente. En las mentas de anís, los turrones y la música de Gloria Estefan. En tu orgullo cubano y tu gratitud a República Dominicana por acogernos. En hojear un menú empezando por los postres. En agradecer los abrazos que damos y recibimos porque son combustibles para nuestras almas. En cada crucigrama que encuentre en las revistas y periódicos. En cada paseo a un parque que haga con mis hijos, y en las veces que espero poder enseñarles a jugar Parchís, Jacks y Damas Chinas.
Cucuti se fue de esta tierra en paz y sabiendo el amor que le rodeaba. Fue en una noche que la luna adornaba el cielo de una forma tan hermosa, que tan solo me hace pensar que fue la bienvenida perfecta para ella.
Se fue en una fecha que numéricamente, ya desde antes representa un adiós para nosotros. Pero como en todo siempre hay que tratar de distinguir lo bonito, fue también en el día que se celebra el chocolate, un placer que le caracterizaba. Preciso y acorde como tanto Cucuti merece.
Con su ida, yo cierro una fase terrenal que es de los regalos más valiosos que me representan: la dicha de crecer disfrutando y amando a mis 4 abuelos. Y ese tesoro es mi consuelo y bendición para el resto de mis días. Que su luz siempre sepa guiarme. Te quiero para siempre, Cucuti. Vuela alto y feliz junto a un coro de pajaritos.
Septiembre 2021
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