Justo veintidós días después de la pasada fecha 22 de septiembre, (Momento en que empezó el todo) escribo formalmente sobre mi llegada a España – la cual surge con la motivación de realizar un estudio de postgrado en el área de mi carrera – Comunicaciones & Periodismo.
Estas semanas no han sido fáciles. El cambio de hora, tener lejos a mi familia, observar lo fácil y sencillo que resulta ser caminar a todos lados. Subirte al Metro; Bajarte del Metro; Aprender cada línea. Aprender de cada zona.
Analizar qué supermercado es más conveniente. Verificar en qué lugar sale mejor comprar el carrito para las compras… o no comprarlo y quedarte sin brazos. Suministrar un presupuesto fijo mensual que abarque pagos, costes y con suerte un algo de ahorro. Mantener tu agenda al horario de los autobuses para así no llegar tarde a la parada y lo pierdas.
Extrañar a tu país, con sus calores – sus tapones – su falta de luz.
Llegar al recinto de la universidad y chocar que es un bosque. Una especie de jardín encantado situado demasiado distante de la ciudad en el que, cualquier momento te puede aparecer Blancanieves y los enanitos o Caperucita Roja con su canastita.
Para colmo (Porque sí, falta y son los remates de la crónica) el espacio que representa tu desahogo, tu punto aparte de privacidad y relajación, es una suculenta ‘mansión’ para hormigas que me atrevo apellidar como prima hermana de Pulgarcito.
He llorado. He gritado. He tratado de justificar todo este proceso. Buscarle una razón; Reclamando qué habré hecho en otra vida.
Pero llegó un momento y ese sí que fue el otro día, en que dije suficiente. No quiero dar pena. No quiero tenerme pena, ni tampoco quiero dañar lo que puede y estoy segura será una experiencia increíble .
“Él” aprieta pero NO ahorca y sí, mi universidad queda en un “Hoyo” (literalmente) y mi habitación es una caja de fósforo - So what? ¡Estoy felíz! Porque agradezco poder estar donde estoy, queriendo seguir hacia delante, luchando tras todo lo que quiero y lo que sé que alcanzaré en mi ruta profesional.
Estoy felíz por ser parte de mi universidad. Esa misma, la pequeña, lejana y hasta un poco desorganizada; Porque tengo la dicha de compartir con letrados a los cuales aplaudo, con los cuales me identifico.
Y me di cuenta de todo esto cuando precisamente uno de mis profesores dijo:
“Me gusta la realidad. Por eso soy periodista”.
Amo mi realidad. Todo su bueno y todo su malo. Así aprecias lo que desde siempre has tenido, como una familia maravillosa y un país formidable.
Me encanta, me encanta, me encanta mi carrera; Mis estudios y el momento que estoy viviendo.
Con ustedes, La Nebrija.
Estas semanas no han sido fáciles. El cambio de hora, tener lejos a mi familia, observar lo fácil y sencillo que resulta ser caminar a todos lados. Subirte al Metro; Bajarte del Metro; Aprender cada línea. Aprender de cada zona.
Analizar qué supermercado es más conveniente. Verificar en qué lugar sale mejor comprar el carrito para las compras… o no comprarlo y quedarte sin brazos. Suministrar un presupuesto fijo mensual que abarque pagos, costes y con suerte un algo de ahorro. Mantener tu agenda al horario de los autobuses para así no llegar tarde a la parada y lo pierdas.
Extrañar a tu país, con sus calores – sus tapones – su falta de luz.
Llegar al recinto de la universidad y chocar que es un bosque. Una especie de jardín encantado situado demasiado distante de la ciudad en el que, cualquier momento te puede aparecer Blancanieves y los enanitos o Caperucita Roja con su canastita.
Para colmo (Porque sí, falta y son los remates de la crónica) el espacio que representa tu desahogo, tu punto aparte de privacidad y relajación, es una suculenta ‘mansión’ para hormigas que me atrevo apellidar como prima hermana de Pulgarcito.
He llorado. He gritado. He tratado de justificar todo este proceso. Buscarle una razón; Reclamando qué habré hecho en otra vida.
Pero llegó un momento y ese sí que fue el otro día, en que dije suficiente. No quiero dar pena. No quiero tenerme pena, ni tampoco quiero dañar lo que puede y estoy segura será una experiencia increíble .
“Él” aprieta pero NO ahorca y sí, mi universidad queda en un “Hoyo” (literalmente) y mi habitación es una caja de fósforo - So what? ¡Estoy felíz! Porque agradezco poder estar donde estoy, queriendo seguir hacia delante, luchando tras todo lo que quiero y lo que sé que alcanzaré en mi ruta profesional.
Estoy felíz por ser parte de mi universidad. Esa misma, la pequeña, lejana y hasta un poco desorganizada; Porque tengo la dicha de compartir con letrados a los cuales aplaudo, con los cuales me identifico.
Y me di cuenta de todo esto cuando precisamente uno de mis profesores dijo:
“Me gusta la realidad. Por eso soy periodista”.
Amo mi realidad. Todo su bueno y todo su malo. Así aprecias lo que desde siempre has tenido, como una familia maravillosa y un país formidable.
Me encanta, me encanta, me encanta mi carrera; Mis estudios y el momento que estoy viviendo.
Con ustedes, La Nebrija.
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