Cuando alguien escribe - y me refiero a escribir desde el alma - lo hace por desahogo.
Muchas veces las personas confunden los motivos que inspiran a que sean las manos las encargadas de dar voz a los sentimientos.
En ocasiones, se percibe y hasta se engaña al intelecto de que se “debe” escribir esa meticulosa carta de amor para expresarle a tu pareja todo lo bueno que su risa infunde. A mi entender, cuando las ideas fluyen, sin fuerza o rima, sin razón o justificación, un capitulo destrozado de la historia busca ayuda en las palabras.
Creo que la diferencia entre escribir en un blog y en un “querido diario” yace en que aunque quizás algún día esas hojas de lágrimas y secretos sean descubiertas por terceros, sólo participan ustedes dos, un buen dúo, en el momento que esos oídos imaginarios son abiertos al sacramento impuro de confesión.
En referencia a la participación en una bitácora virtual, no se escribe para ti. Se escribe para los demás. Para compartir, para evaluar, para criticar, para juzgar, para odiar, para amar. Para un tanto que a veces puede ser tan poco.
Continuamente se presentan temas que interesan como ocio. Te sorprenden y te gustan. Otras veces discutes. Maldices situaciones globales que destruyen y/o afectan este pedacito de universo que pisamos.
A su vez, suele suceder que por circunstancias generales, presencias la mordida venenosa de un chisme y buscando mostrar tu comarca en el proceso, escribes. Puede ser de forma “anónima” – sin indicar los protagonistas - solo se exalta la bravucona frase del sombrero y su ajuste. Si el dolor es aún más profundo y el impulso maneja a los sentidos, el orgullo se alza y se manifiesta todo el enojo. Con nombres, apellidos, fotos y “mandatos” (algo así como vete por ahí…).
¡Cuantas formas de escribir! ¡Cuántos hechos por los que escribir!
A todas las amo. De todas creo que se debe de escribir. Creo que la más difícil situación de todo el menú temático - y me refiero en lo vivido por estas manos y corazón – descansa en aquellas circunstancias que significan tanto pero que sólo el interior entiende. Si se expresa, no sale como es y peor aún, avanza un paso más cerca a la tarima de la realidad. Cosas que no se hablan con todo el mundo, tanto porque no se sabe como explicarlas y porque no todos saben entenderlas.
Creo que en este momento escribí en el blog poniéndome primero a mi y después a los demás. Creo o más bien espero, que en ese enredo de palabras, puntos, oraciones y confusiones previo, algunos o quizás todos encuentren un anhelo de identificación, desahogo.
Creo que yo lo hice. Creo que hacía falta. Si parecen ideas sin sentidos, conclusiones subjetivas entonces mi misión fue cumplida. Expresé un desahogo extraído de los adentros, que para mi, conservan sentido.
Porque es que todos, de una manera u otra, resistimos capítulos tristes, antagónicos en las páginas del libro de nuestra historia.
Muchas veces las personas confunden los motivos que inspiran a que sean las manos las encargadas de dar voz a los sentimientos.
En ocasiones, se percibe y hasta se engaña al intelecto de que se “debe” escribir esa meticulosa carta de amor para expresarle a tu pareja todo lo bueno que su risa infunde. A mi entender, cuando las ideas fluyen, sin fuerza o rima, sin razón o justificación, un capitulo destrozado de la historia busca ayuda en las palabras.
Creo que la diferencia entre escribir en un blog y en un “querido diario” yace en que aunque quizás algún día esas hojas de lágrimas y secretos sean descubiertas por terceros, sólo participan ustedes dos, un buen dúo, en el momento que esos oídos imaginarios son abiertos al sacramento impuro de confesión.
En referencia a la participación en una bitácora virtual, no se escribe para ti. Se escribe para los demás. Para compartir, para evaluar, para criticar, para juzgar, para odiar, para amar. Para un tanto que a veces puede ser tan poco.
Continuamente se presentan temas que interesan como ocio. Te sorprenden y te gustan. Otras veces discutes. Maldices situaciones globales que destruyen y/o afectan este pedacito de universo que pisamos.
A su vez, suele suceder que por circunstancias generales, presencias la mordida venenosa de un chisme y buscando mostrar tu comarca en el proceso, escribes. Puede ser de forma “anónima” – sin indicar los protagonistas - solo se exalta la bravucona frase del sombrero y su ajuste. Si el dolor es aún más profundo y el impulso maneja a los sentidos, el orgullo se alza y se manifiesta todo el enojo. Con nombres, apellidos, fotos y “mandatos” (algo así como vete por ahí…).
¡Cuantas formas de escribir! ¡Cuántos hechos por los que escribir!
A todas las amo. De todas creo que se debe de escribir. Creo que la más difícil situación de todo el menú temático - y me refiero en lo vivido por estas manos y corazón – descansa en aquellas circunstancias que significan tanto pero que sólo el interior entiende. Si se expresa, no sale como es y peor aún, avanza un paso más cerca a la tarima de la realidad. Cosas que no se hablan con todo el mundo, tanto porque no se sabe como explicarlas y porque no todos saben entenderlas.
Creo que en este momento escribí en el blog poniéndome primero a mi y después a los demás. Creo o más bien espero, que en ese enredo de palabras, puntos, oraciones y confusiones previo, algunos o quizás todos encuentren un anhelo de identificación, desahogo.
Creo que yo lo hice. Creo que hacía falta. Si parecen ideas sin sentidos, conclusiones subjetivas entonces mi misión fue cumplida. Expresé un desahogo extraído de los adentros, que para mi, conservan sentido.
Porque es que todos, de una manera u otra, resistimos capítulos tristes, antagónicos en las páginas del libro de nuestra historia.
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