Quizás, algunos ni permiten que la inquietud les llegue al Superyó… no les preocupa las estupideces basadas en la superstición.
Otros, andan pensando ni en salir de la habitación… para qué tentar al destino en su día de mal humor.
Creo que hasta pena le tengo al trece. Por motivos que uno mismo ni entiende, el ritmo de rutina varía en este día… y si la impresora no sirve o el dinero es insuficiente y además te robaron al perro… el desgraciado Viernes 13 es el de la culpa.
No escribo para juzgar a quién recurre a la subjetividad de pensar que es la cifra la que afecta su caminar. Tampoco me siento en potestad de calificar el modo objetivo de aquellos seres que ni se inmutan frente a la suerte y la interpretación.
Hablo del viernes trece porque con buena, mala o ningún tipo de suerte, resulta ser un día evaluado en ser “fuera de lo normal”.
Y yo sin saber qué pensar…
Hoy, una amiga obtuvo la dicha de ser mamá, regalando a este mundo un nuevo bello motivo para querer ser más.
Hoy, dos amigos y sus familias fueron de negro a decir adiós a la persona que hace tres días planificaba celebrar en la noche del susodicho viernes trece, la dicha de un centenar de vida espectacular.
Hoy, un orgullo herido, una humildad olvidada y un atropello ruin denigran el talento humano de mentes inocentes cercanas a mi.
Hoy, una semilla de ilusión, una moral justicia y un valeroso ánimo intensifican el talento innato de mentes admirables cercanas a mi.
Hoy, un enérgico sacrificio muestra recompensa, prospera frutos y destella seguridad.
Se puede considerar las consecuencias de tu día como tu las definas. Si las fuerzas te las despedazaron y tu mundo está desdoblado… que el calendario asuma la responsabilidad.
Si tu día fue mil sonrisas, un buen halago y perfila con prosperidad… agradece tu viernes trece, compártelo con el resto a son de brindar una mano amiga de necesitada esperanza.
13 o no 13… las cosas suceden.
Y yo igual, sin saber si pensar que todo es "fuera de lo normal".
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