Tengo un blog en el que escribo. Un blog abierto a mi nada y mi todo. Un blog que cuido pero no mimo. Un blog que encontré sorprendido en la práctica de un nuevo pasatiempo. Un blog de mi burbuja para mis burbujas.
Tengo un blog. Entra a mi blog. Disfruta mi blog. Lee mi blog. En él escribo, en él comento. En él comparto.
Tengo un blog y soy como el resto. A mi probrecito blog lo tenía en una esquina por la vida ser un giro de espinas. Un tanto complicada. Un poco menospreciada.
Con actividades y unas cuantas responsabilidades el tiempo para él resulta un tanteo más allá de las adversidades. Sin embargo, trato de hacer el esfuerzo que realmente esfuerzo no es.
Saco el momento que pueda para ese cuerpecito sin papel. Solo para él. Ahora, debo y quiero tener esos instantes para él. Me divierto, me entretengo y complementa lo que siento.
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